Parque Nacional de Bialowieza



 Bialowieza

Al noroeste de Polonia, a 250 kilómetros de Varsovia, en una tierra de fronteras, se extiende el parque nacional de Bialowieza. La selva húmeda mejor conservada de Europa, un espacio virgen que nos ofrece una imagen similar a lo que era Europa hace 9.000 años. Hay un equilibrio total entre los elementos de la naturaleza, que sigue su curso. Los árboles que caen por las plagas de insectos se funden a la tierra y sirven de provecho a abundantes pájaros carpinteros, aves picadoras de madera y comedoras de larvas que viven dentro de los árboles podridos. Era el cazadero de los antiguos reyes polacos.
Es también el hábitat natural del bisonte europeo. Unos 600 en varias manadas, son difíciles de ver, pero el olor que desprenden los delata. Siempre buscan la frescura de las umbrías boscosas. Además de ciervos, castores, linces, lobos, alces,… y los caballos polacos de raza Konik, próximos al extinguido Tarpán, caballo salvaje europeo. Se ha rechazado varias veces introducir en el parque el famoso toro salvaje europeo Uro, extinguido en el siglo XVII, y recreado a partir de los toros Heck, por considerarlo una estafa científica. Es el toro de la mitología, el del rapto de Europa de la que se enamoró de Zeus que se transformó en un toro blanco. Recogiendo flores, Europa vio al toro, lo acarició, notó que era manso, y se montó en él lo que aprovechó Zeus para llevársela a lomos a la isla de Creta. Allí se convirtió en la primera reina de la isla.
El pueblo de Bialowieza es el punto de entada al parque. En la zona hay dos pequeños pueblos de origen tártaro que mantienen celosamente sus tradiciones: Kruszyniany y Bohoniki, de apenas 150 habitantes. Los tártaros estuvieron vinculados con los pueblos mongoles y turcos. En el siglo XIII participaron en las campañas militares de Gengis Kan. Los europeos de la edad media llamaban tártaros a todas las poblaciones nómadas turcas y mongolas que habitaban desde el siglo VIII desde Mongolia o Manchuria invadían y atacaban ferozmente a sus vecinos de Occidente. En 1241 los tártaros atacaban Cracovia. Dice la leyenda que desde la torre de la basílica de Santa María el trompetista advertía a los cracovianos de los peligros de la ciudad para que cerraran las puertas. En un ataque relámpago de los tártanos, el vigilante empezó a tocar para dar la alarma, Hejnal mariack, pero una flecha lanzada desde la barbacana le atravesó la garganta y no pudo acabar la melodía. Todavía podemos escuchar la melodía inconclusa.
Los tártaros se asentaron en Polonia por primera vez a finales del siglo XIV. La victoria sobre los turcos en la batalla de Viena en 1683, les convirtió en un pueblo muy valorado por sus dotes guerreras. A finales del siglo XVII, Polonia perdió su independencia y se dividió entre Prusia, Rusia y Austria, la comunidad tártara se quedó en zona. Estos polacos tártaros son amables y acogedores, así que después de la visita al parque, merece la pena hacerles una visita,

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